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Egipto

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«Esta página reúne información importante acerca de algunos de los lugares más enigmáticos del Antiguo Egipto, y puede ser utilizada como guía en uno de los viajes más apasionantes que puedas emprender jamás». Puedes disfrutar de los vídeos en modo de pantalla completa.


Índice



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1-Introducción

El Antiguo Egipto despierta mi imaginación: acaso como una lectura juvenil de «La Isla del Tesoro», o tal vez como aquellos discos de melenudos de los años setenta que escuchaba en mi adolescencia, repletos de fotos hippies y solos instrumentales de quince minutos. Sin embargo, estoy convencido de que ningún faraón merece la pena: su figura y vanidad no tienen cabida en el espíritu socialista de los piratas, ni siquiera entre la frescura de mis discos. A pesar de ello, siento una inmensa sed de conocimiento por todo lo relacionado con el Antiguo Egipto.



«Para entender mejor el Antiguo Egipto es importante tener en cuenta que entretanto la rueda era un descubrimiento reciente, los egipcios ya construían pirámides de más de cien metros de altura, empleando una tecnología previa al hierro y con una precisión increíble. En su cultura, la mujer gozaba de más derechos que hoy en día, y a pesar de sus cientos de dioses y la lucha por el poder que los rodeaba, su antigua religión ya contemplaba diferentes niveles de consciencia».


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2-Abu Simbel

El complejo de templos de Abu Simbel se encuentra entre los más bellos y mejor conservados del antiguo Egipto. Su templo principal, construido bajo el mandato de Ramsés II para su propia adoración, se acompaña de otro templo más pequeño construido en honor a Hator, reina del amor y de la belleza, simbolizada por la reina Nefertari, que fue la esposa preferida de Ramsés II.

Abu Simbel está situado al sur de Egipto, a unos 300 km por carretera al suroeste de Asuán, donde tras construir su famosa presa, el nivel alcanzado por las aguas del lago Nasser llegó a amenazar la integridad del complejo de Abu Simbel, por lo que en 1964, ambos templos fueron desmantelados y ubicados a una distancia de 65 metros por encima y 200 metros más lejos de su posición original, con un coste total de 36 millones de dólares, que fueron financiados por varios países. El traslado completo duró cuatro años. Antiguamente, la situación del templo principal era tal, que el sol penetraba directamente por la puerta del templo hasta el interior de su segunda cámara, que alberga las estatuas sentadas de Amón, Ra, y el propio Ramsés II, iluminándolas; una cuarta estatua quedaba en la sombra, correspondiente a Ptah (dios de la oscuridad), situada en el extremo izquierdo de la sala. El fenómeno sucedía únicamente dos veces al año, al parecer el día del nacimiento de Ramsés II (21 de octubre) y el día de su coronación (21 de febrero), aunque la nueva ubicación de los templos supone un retraso de un día respecto a la situación original. El complejo de Abu Simbel fue construido por orden de Ramsés II en el año 1240 a. de C., siendo terminado veinte años después, en 1220 a. de C.

Templo de Abu Simbel
(foto: Rafael Moriel)

«El autobús condujo casi toda la noche por el desierto y la temperatura en su interior superaba los 26º C. Aquella noche no dormimos, pero el amanecer en el desierto es un espectáculo insólito. A las diez de la mañana ya habíamos concluido nuestra visita al complejo. Finalmente, me gustó más el templo pequeño, dedicado a Nefertari; el templo de Ramsés II estaba cubierto de imágenes del faraón aplastando a sus enemigos, propaganda por la que no me siento atraído en absoluto. En el interior de ambos templos se prohíbe realizar fotografías, por lo que la siguiente imagen está tomada desde el exterior»:


Rafael Moriel en Abu Simbel:
primera sala, templo de Ramsés II



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3-Kom Ombo

El templo de Kom Ombo, también conocido como Templo de Sobek y de Horus, es un templo perfectamente simétrico, dedicado a dos dioses opuestos, incluyendo dos entradas y dos santuarios. El lado izquierdo está dedicado al dios Horus, y el lado derecho al dios Sobek. El inicio de su construcción por parte de los faraones de la dinastía XVIII está fechado en torno al año 1350 a. de C., siendo finalizado en el año 18 a. de C.

«Mi recuerdo de Kom Ombo es entrañable; sin embargo, es allí donde los sacerdotes egipcios se preparaban para vencer su miedo a la muerte. A pesar de encontrarse prácticamente desmantelado, Kom Ombo es una visita obligada».

Kom Ombo-1
(foto: Rafael Moriel)

Templo de Kom Ombo-2
(foto: Rafael Moriel)

«El templo de Kom Ombo fue el primer lugar donde pude apreciar el esplendor artístico del Antiguo Egipto. Cada uno de los grabados sobre piedra estuvo coloreado al detalle, pero el transcurso del tiempo todavía no ha borrado la totalidad de sus pinturas».
Kom Ombo: pintura en techo
(foto: Rafael Moriel)

Kom Ombo: detalles coloridos sobre techo
(foto: Rafael Moriel)


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4-Templo de Luxor

El templo de Luxor fue construido principalmente por Amenhotep III y Ramsés II, con pequeñas aportaciones de otros faraones. El templo fue fundado en el año 1400 a. de C. y terminado finalmente hacia el año 1000 a. de C.

Obelisco a la entrada de Luxor
(foto: Rafael Moriel)

Al parecer, los egipcios edificaban sus construcciones sin andamiaje alguno, trabajando sobre un firme de arena que iban amontonando. Una vez terminada su obra, retiraban la arena.

Luxor: columnas en forma de papiro
(foto: Rafael Moriel)

Luxor: columnata procesional de Amenhotep III
(foto: Rafael Moriel)

Un retrato obligado es la escultura de Tutankamón junto a su esposa Ankesenamón, que a pesar de ser el faraón más conocido de Egipto, fue prácticamente desconocido hasta el hallazgo de su tumba, en 1922. Se cree que Tutankamón fue coronado cuando todavía era un niño y su reinado transcurrió sin pena ni gloria, en un corto y extraño período repleto de cambios, durante el cual pudo verse influenciado por las figuras de Ay y Horemheb, tras la trágica experiencia de Amarna protagonizada por su padre, el faraón Akenatón.

Luxor: escultura de Tutankamón y Ankesenamón
(foto: Rafael Moriel)

A la entrada de Luxor se encuentra uno de los obeliscos de Ramsés II, a la izquierda del pilono. Su gemelo fue regalado a Francia en 1836 y actualmente se encuentra en la Plaza de la Concordia de París.

Luxor: obelisco de Ramsés II
(foto: Rafael Moriel)

Ramsés II reinó durante más de sesenta años, siendo uno de los faraones más importantes de Egipto. Durante varias generaciones, el pueblo egipcio sólo conoció su reinado. Al igual que hicieran otros faraones, Ramsés II usurpó los cartuchos grabados en diversas construcciones egipcias, poniendo su nombre sobre el de sus predecesores. Los grabados en algunos de sus cartuchos penetran hasta quince centímetros en la roca, con intenciones de dificultar otras futuras modificaciones. Ramsés II parece el faraón más vanidoso de todos, cuya esposa preferida, la reina Nefertari, aparece reflejada junto a él en multitud de esculturas.

Luxor: Nefertari a la altura de la rodilla de Ramsés II
(foto: Rafael Moriel)

El arte romano e incluso algunas pinturas cristianas, pertenecientes a un periodo de transición, son reconocibles sobre los grabados egipcios.

Pinturas cristianas sobre arte egipcio
(foto: Rafael Moriel)

Una larga avenida de esfinges enlazaba el templo de Luxor con el templo de Karnak, progresivamente construido a lo largo de más de 2000 años, por diversos faraones.

«En la siguiente imagen aparezco retratado junto a una esfinge, a la salida de Luxor. En la foto estoy visiblemente preocupado, puesto que acababa de tener un mal entendido con uno de los guardianes del templo, tras dejar apoyada mi bolsa de turista sobre una de las esfinges. El tipo comenzó a proferir gritos, poniéndome en un gran aprieto. ¡Menudo susto! Finalmente, quedó silenciado tras ofrecerle unas monedas, aconsejado por mi guía turístico».


Luxor: Avenida de las Esfinges


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5-Valle de los Reyes

Ubicado en las cercanías de Luxor, el Valle de los Reyes fue utilizado durante 400 años como cementerio para la mayoría de tumbas de los faraones del imperio nuevo, pertenecientes a las dinastías XVIII, XIX y XX, incluyendo a más de 40 reyes egipcios, reinas, nobles muy próximos a la realiza e incluso animales. Concebido inicialmente quizá como cementerio familiar durante la dinastía XVIII, pasó a ser utilizado únicamente por los faraones a partir de la creación del Valle de las Reinas.
La tumba más hermosa (conservada actualmente) del valle es la del faraón Sethy I, padre de Ramsés II (cuya tumba fue destruida por las aguas).

En el interior de las tumbas está prohibido realizar fotografías y el acceso queda restringido a una minoría de ellas, entre las que no se encuentran las tumbas más hermosas.
Durante el Imperio Antiguo, los faraones egipcios se hacían enterrar en pirámides. El Valle de los Reyes, utilizado a partir del Imperio Nuevo, se encuentra coronado por una montaña en forma piramidal, de acuerdo a las viejas costumbres.

Acceso al Valle de los Reyes
Montaña piramidal, al fondo
(foto: Rafael Moriel)

Entradas a las tumbas en el Valle de los Reyes
(foto: Rafael Moriel)

Valle de los Reyes: croquis a la entrada de una de las tumbas
(foto: Rafael Moriel)

La maldición de Tutankamón hace que la mayoría de la gente no visite la tumba del rey niño, aunque también es posible que sea debido a que es necesario pagar un dinero adicional para visitarla. En el interior de su tumba no se permite realizar fotografías y su aspecto y tamaño, a pesar de ser la única tumba descubierta «intacta», no alcanza ni de lejos la majestuosidad de otras tumbas del valle. Sin duda alguna, la tumba de Tutankamón no estaba destinada para el rey niño, y su enterramiento fue improvisado.


Valle de los Reyes: entrada a la tumba de Tutankamon

A la entrada de la tumba se encuentran diferentes imágenes de Howard Carter, relacionadas con el hallazgo de la tumba de Tutankamón.

Valle de los Reyes, tumba Kv62, correspondiente a Tutankamon
(foto: Rafael Moriel)

Algunas de las tumbas más importantes del Valle de los Reyes son: KV17: tumba de Sethy I, probablemente la tumba más hermosa del valle. Su momia es la mejor conservada de todas, si bien muestra daños en su pecho y tiene el cuello roto (museo de El Cairo). KV62: tumba de Tutankamón, cuyo hallazgo supone el descubrimiento arqueológico más importante de los últimos tiempos.
KV5: es la tumba más grande del valle, destruida por las aguas que periódicamente inundan el Valle de los Reyes. En ella se enterró a más de un centenar de hijos de Ramsés II.
KV55: tumba perteneciente a Amenhotep II y que a su vez fue utilizada como escondrijo de otras momias, pertenecientes a importantes faraones. En una segunda cámara fueron halladas tres momias que al parecer pertenecen a la reina Tiy, un joven príncipe (tal vez hijo de Amenhotep II) y una mujer joven, identificada recientemente como la madre de Tutankamón; precisamente, esta momia fue origen de una fuerte polémica entre Zahi Hawass y la egiptóloga Joann Fletcher, que identificó la momia con Nefertiti, al parecer sin suficientes pruebas científicas convincentes; desde entonces tiene prohibido el acceso y todos sus estudios en Egipto.
KV35: la momia hallada en esta tumba se atribuye al faraón Akenatón, aunque anteriormente también se ha especulado con la posibilidad de que se tratase de su sucesor, Semenejkara.




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6-Templo de Hatshepsut

«Tutmosis III, la reina Hatshepsut y su arquitecto Senenmut no me parecen tan interesantes como Akenatón».
«En Luxor, tumbado en una hamaca sobre la cubierta del barco anclado a la orilla del Nilo, el templo edificado por Hatshepsut, en Deir el Bahari, es claramente visible. El padre de Hatshepsut, Tutmosis I, estrenó con su enterramiento el Valle de los Reyes, situado detrás del templo edificado por Hatshepsut, la reina que se convirtió en faraón. Entretanto, soy testigo de cómo el personal del barco en el que viajo contamina el río Nilo, arrojando a sus aguas cestas de madera y plásticos, inconscientes quizá del avance de la cuenta atrás: barcos, humo y plásticos».

Templo de Hatshepsut: construcción externa y excavado en la roca
(foto: Rafael Moriel)

El Templo de Hatshepsut fue edificado por el arquitecto preferido de la reina, Senenmut, que asimismo fue el tutor de su hija y supuestamente su amante.
Excavado en la roca desde adentro hacia afuera, el templo de Hatshepsut está inspirado en algunas construcciones previas realizadas por el faraón Mentuhotep I, formado por tres niveles diferentes a modo de terrazas. En las proximidades del templo se encuentra la tumba de Senenmut, que se hunde en la roca hasta casi encontrarse bajo tierra con la de Hatshepsut, situada en el Valle de los Reyes, al otro lado de la montaña.

Templo de Hatshepsut: niveles en forma de terrazas
(foto: Rafael Moriel)

Los techos coloreados de estrellas son una constante en el arte egipcio, desde las primeras dinastías.

Techo repleto de estrellas y cartucho sobre pasillo
(foto: Rafael Moriel)

Hatshepsut, hija, nieta y esposa de faraones, se convirtió finalmente en faraón de Egipto, haciéndose representar con el atuendo propio de un faraón. Sin embargo, la sala del templo dedicada a la diosa Hator, resalta su feminidad.

Sala con capiteles hathorianos
(foto: Rafael Moriel)

La construcción del templo de Hatshepsut fue iniciada en el año 1486 a. de C. y se prolongó durante catorce años.

Templo de Hatshepsut: tercer nivel
(foto: Rafael Moriel)


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7-Templo de Karnak

El templo de Karnak conforma el conjunto religioso más antiguo del mundo, construido a lo largo de más de dos mil años por unos treinta faraones egipcios, que incorporaron sus construcciones y reformas paulatinamente.
Sus principales recintos y templos son los recintos de Amón-Ra, Montu y Mut, y los templos de Jonsu, Opet y Ptah, así como numerosos templetes y capillas de menor tamaño, múltiples estancias y almacenes, así como un lago en el que los sacerdotes se bañaban antes de acceder al templo. También albergó un templo construido por Akenatón, que fue posteriormente destruido.

Situado a 4 km de Luxor, Karnak fue fundado a comienzos de la dinastía XII, sobre el año 1991 a. de C., terminándose dos mil años más tarde.

Cartuchos en los arquitrabes de Karnak
(foto: Rafael Moriel)

La sala hipóstila está formada por 16 filas de 134 columnas con capiteles en forma de papiro, sobre una superficie de 5000 metros cuadrados. Al parecer, su construcción fue iniciada por Horemheb, afianzada por Sethy I y terminada por su hijo Ramsés II, siendo digna de estar incluida entre las maravillas del mundo.

Sala hipóstila de Karnak
(foto: Rafael Moriel)

Karnak: sala hipóstila
(foto: Rafael Moriel)

El obelisco es una típica construcción egipcia que representa una aguja en el cielo, donde el sol se posa durante su viaje, de este a oeste.

Tan sólo dos grandes obeliscos permenecen en pie en el templo de Karnak: el del faraón Tutmosis I mide 22 metros de alto y pesa 143 toneladas (derecha en la foto). El de Hatshepsut mide 29,5 metros de alto y pesa 323 toneladas, conteniendo inscripciones en sus 4 caras donde se asegura que dos obeliscos fueron construidos, transportados e instalados en un periodo de tan sólo 7 meses (izquierda en la foto).

Obeliscos de Tutmosis I y Hatchepsut,
profanados por orden del faraón Akenatón
(foto: Rafael Moriel)

La parte superior de los obeliscos estuvo recubierta de una mezcla de oro y plata, conocida como electrum.

Obelisco del faraón Tutmosis I
(foto: Rafael Moriel)

Los nombres de los sacerdotes del Templo de Karnak se hallan inscritos en el interior de los cartuchos grabados sobre las paredes del templo.

Cartuchos de los sacerdotes de Karnak
(foto: Rafael Moriel)

La construcción de los templos se iniciaba por el centro, por lo que Karnak debió comenzar en el Templo de Amón. Los pilonos, así como los exteriores y la entrada, se agregaban al final.

Avenida de los carneros a la entrada de Karnak
(foto: Rafael Moriel)

La Avenida de los Carneros, construida bajo el reinado de Ramsés III, es el único vestigio del viejo camino donde se celebraban las procesiones del dios Amón.

Carnero representando al dios Amón
(foto: Rafael Moriel)

Actualmente, el templo de Karnak y las pirámides de Giza son los monumentos egipcios más visitados de Egipto.

Hermosas ruinas en Karnak
(foto: Rafael Moriel)


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8-Templo de Edfu

«Aquella tarde dejamos nuestro barco, el Moon Dance, junto al resto del grupo. La tarde era excelente y recuerdo aquel instante como un momento tranquilo». Algunos jovenzuelos nos ofrecieron pulseras de escarabajos a puñados, moviéndolas con prisa para omitir los defectos en la mayoría de ellas. «Un euro, un euro... ». Aquella frase no cesó de sonar durante nuestro viaje, hasta desquiciarnos. Hay una escena que jamás olvidaré, entretanto visitábamos un mercadillo, en Edfu: paseando por los puestos, algunos comerciantes ofrecían pequeños recuerdos al precio de un euro. «Un euro...», repetían sin cesar. Entonces ocurrió: pasamos junto a un anciano sentado en uno de los puestos, cuando éste se levantó pesadamente, y caminando cabizbajo sin ofrecer género alguno ni mirarnos a la cara, comenzó a repetir aquella frase resignada»: «Un euro... un euro...».

«Los muchachos comenzaron a colgarnos pañuelos en el hombro; el resto del grupo era todavía visible, veinte metros más adelante. Doblaron una esquina y medio minuto después nos habíamos extraviado. Finalmente, decidimos disfrutar de la tarde, espléndida. Edfu era maravilloso. Nos sentamos en una tetería en la que algunas mujeres egipcias, bastante modernas, trabajaban con ordenadores y wifi».

«Unos músicos se acercaron hasta nosotros. Pedimos té y puedo aseguraros que no he probado muchos tipos de té como aquél. Los músicos tocaban sus instrumentos... Uno de ellos se acercó hasta nosotros, ofreciéndome algo parecido a una guitarra, con apenas unas cuerdas. Retratarme en las fotos o protagonizar una escena jamás me he interesado como objetivo prioritario; por ello, cuando el tipo me ofreció su instrumento, intenté seguir la melodía que interpretaban sus compañeros, sin demasiado acierto».

«El tipo del instrumento acostumbraba a posar para los turistas y retratarse con ellos, por lo que creo que debió extrañarle mi actitud, la de un guitarrista aficionado occidental intentando seguir aquella melodía oriental, sin ningún interés en posar para la foto. Los jardines estaban repletos de ventiladores que incorporaban sprays para propulsar agua pulverizada. Aquella tarde conforma unos de los momentos más felices de mi vida, acaso como en el paraíso».


Té en Edfu-1
(El tipo posa para la foto)

Té en Edfu-2
(El tipo parece extrañado. Y yo sin mirar a la cámara)

El templo de Edfu es el segundo templo más grande de Egipto, y el mejor conservado.

Dedicado el dios halcón Horus, fue construido durante el periodo helenístico, por el faraón Ptolomeo III, en el año 237 a. de C., siendo terminado por Ptolomeo XII en el año 57 de nuestra era.

Pilono de entrada al templo de Edfu
(foto: Rafael Moriel)

El templo de Edfu cayó en desuso como centro religioso tras el edicto de Teodosio I, quien prohibió el culto no cristiano, en el año 391 de nuestra era, durante del imperio romano.

Detalle del dintel en pilono de entrada al templo
(foto: Rafael Moriel)

Parte trasera del pilono derecho
(foto: Rafael Moriel)

La leyenda cuenta que Horus, dios de la protección e hijo de Osiris e Isis, libró una batalla con su enemigo Shet en el lugar donde fue fundado el templo, resultando vencedor.

Mammisi o casa del nacimiento
(foto: Rafael Moriel)

Los grabados egipcios tienen dos calidades, fundamentalmente. Si el grabado es tridimensional, sobresaliendo hacia el exterior de la roca, se corresponde con un grabado de máxima calidad. Si por el contrario está dirigido hacia el interior de la piedra, la categoría es inferior, o bien sustituye a otro grabado previo.

Edfu: grabado en piedra de categoría inferior
(foto: Rafael Moriel)

Una gran parte de los relieves tallados fueron arrasados por los cristianos, que llegaron a dominar Egipto. Las marcas de los cinceles son visibles a cada paso.

Edfu: representación de los sacerdotes del templo
(foto: Rafael Moriel)

Durante varios siglos, el templo de Edfu quedó enterrado hasta 12 metros bajo la arena y el lodo, proveniente del río Nilo. Los habitantes de la zona construyeron sus casas en el interior del templo, hasta que en 1860 el egiptólogo francés Auguste Mariette comenzó a liberar el templo.


Rafael Moriel en Edfu


Además del templo de Edfu, un paseo en calesa y la visita de mercados locales, suponen un gran atractivo para el turista, que en ningún momento dejará de sorprenderse.

Mercadillo en Edfu
(foto: Rafael Moriel)

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9-Las Pirámides de Giza

Las pirámides de Giza pertenecen al periodo denominado Imperio Antiguo. Actualmente, la pirámide de Keops (Jufu) está considerada como la primera de las 7 maravillas del mundo. El complejo de Giza está formado por las pirámides del faraón Keops, su hijo Kefrén y su nieto Micerinos.

Rafael Moriel frente a la pirámide de Keops
La niebla típica de El Cairo, al fondo

La pirámide de Keops tenía una altura original de 146,6 metros, alcanzando 137 metros en la actualidad. Tiene una anchura de 230 metros y un ángulo de 51º 51´, un total de 104 escalones de piedra y 2,3 millones de bloques de piedra caliza. La cantidad de piedra movida durante la construcción de la pirámide y su complejo funerario superan al resto de la historia egipcia.

La pirámide construida por Kefrén, el hijo de Keops, tuvo una altura original de 143,5 metros, alcanzando en la actualidad la altura de 130,5 metros, con una anchura de 215 metros y un ángulo de inclinación de 52º 2´, con un total de 1,86 millones de metros cúbicos de volumen de piedra.

Pirámides de Keops y Kefrén, al fondo
(foto: Rafael Moriel)

Los griegos y los romanos ya estaban maravillados por las pirámides egipcias.

Pirámide de Kefrén
(foto: Rafael Moriel)

Las cuatro caras de las pirámides se encuentran orientadas hacia los cuatro puntos cardinales.

Perspectiva de arista en la pirámide de Keops
(foto: Rafael Moriel)

Aunque la cubierta de caliza que cubría las pirámides, así como algunos bloques de piedra han sido desmantelados para construir otros templos, casas, etc., de El Cairo (Ciudadela de Saladino, por ejemplo), inicialmente las pirámides fueron recubiertas por piedra caliza plana sobre la que relucía el sol, haciéndolas brillar a larga distancia en el desierto. Todavía es posible observar sus restos en lo alto de la pirámide de Kefrén, cuyos acabados finales no tienen nada que ver con la pirámide de Keops, construida con una mayor precisión.

Detalle del recubrimiento en pirámides
(foto: Rafael Moriel)

La tercera pirámide, construida por el nieto de Keops, el faraón Micerinos, tuvo una altura original de 66,5 metros, con 62 metros en la actualidad. Su anchura de de 108 metros y el ángulo de inclinación es de 51º. En la antiguedad, la pirámide estuvo recubierta por 15 hiladas de granito rosado, siendo el resto de piedra caliza. El complejo de Micerinos incluye tres pirámides secundarias más pequeñas, pertenecientes a las reinas.

«Personalmente, visité el interior de la pirámide de Kefrén; la pirámide de Keops estaba cerrada por reformas y la de Micerinos no estaba abierta al público. Como está prohibido realizar fotografías en el interior de las pirámides, dejé mi cámara a una mujer que rehusó visitar la pirámide, con tan mala suerte que cuando salí no pude encontrarla, por lo que me fue imposible fotografiar la tercera pirámide, perteneciente a Micerinos. Su sarcófago fue extraído de la pirámide y al ser trasladado en la goleta Beatrice, naufragó tras un fuerte temporal, al parecer en un punto indeterminado de la costa de Cartagena (España), el 13 de octubre de 1838».

Meseta de Giza
(foto: Rafael Moriel)

La Esfinge se ha convertido en el símbolo de Egipto. Construida probablemente por Dyedefra, el tercer hijo de Keops que lo sucedió finalmente, y al que actualmente se le atribuye un reinado de más de veinte años, construyó su pirámide a unos 8 kilómetros del complejo de Giza, aunque posteriormente parece que fue desmantelada para reutilizar su piedra en otras construcciones.


Rafael Moriel en la Esfinge

La Esfinge se encuentra tallada sobre una única roca de caliza, con unas dimensiones de 73,5 metros de largo, un ancho variable de 7 a 14 metros y una altura de 20 metros. Al menos en dos ocasiones a lo largo de la historia fue desenterrada de la arena, y todavía hoy en día sigue siendo un gran misterio todo lo concerniente a su origen y sentido.

La Esfinge es el símbolo de Egipto
(foto: Rafael Moriel)

Al parecer, los soldados de Napoleón utilizaron su nariz para practicar puntería con sus armas.

Detalle de la Esfinge
(foto: Rafael Moriel)


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10-El Cairo

«Aquella tarde estaba siendo una de las más bochornosas del viaje. Nos dirigimos al famoso mercado de El Cairo, «Khan El Kalili», pero tan sólo disponíamos de un par de horas para visitarlo. Tras comunicarle al guía que nos separábamos del grupo, decidimos permanecer toda la tarde en el mercado y regresar al hotel por nuestra cuenta, tras lo cual nos adentramos entre sus calles».

Callejuelas comerciales en El Cairo
(foto: Rafael Moriel)

«La ciudad de El Cairo es un auténtico caos. Nuestro sistema actual, del que continuamente nos quejamos, no tiene nada que ver con la realidad egipcia, donde los coches circulan por la calle sin orden ni criterio; el caos, tan temido por los faraones, reina en El Cairo».

Mercado Khan El Kalili
(foto: Rafael Moriel)

«La tienda del Jordi es actualmente el único comercio del mercado en el que no está permitido regatear por los objetos a la venta, ofertados aparentemente a un coste real. Jordi es un egipcio que se casó con una mujer catalana, y es bastante popular entre los turistas españoles que visitan Egipto».

«Recuerdo que la temperatura superaba los 50º C, por lo que llegamos exaustos a la tienda del Jordi. Como buen negociante, nada más llegar nos ofreció unas botellas de agua fría, gratis, de las que bebimos hasta saciarnos. El resto de comerciantes egipcios sonreían todo el rato, sin caer en la cuenta de que Jordi atraía a muchos más clientes, probablemente sin preguntarse siquiera el por qué. Entretanto, ellos continuaban su costumbre de regatear los precios, sin entender realmente lo mucho que los occidentales detestamos su práctica».

Regreso de Khan El Kalili en taxi
(foto: Rafael Moriel)

«Antes de separarnos del grupo, pregunté el precio correcto para un desplazamiento en taxi a nuestro guía turístico, con la intención de evitar posibles timos. Ciertamente, el taxista que nos trajo de regreso al hotel nos propuso un precio inferior al indicado por el guía, así que abordamos su taxi sin más dilación. Lo cierto es que el viaje se prolongó durante largo rato. El taxista nos condujo en sentido contrario a la dirección del hotel, por lo que tras comunicarnos con él en Inglés, caímos en la cuenta de que algo no iba bien. «Preparaos por si hay que salir corriendo, les dije a las chicas». «Esperamos un poco más y si no lo vemos claro, abrimos las puertas y salimos corriendo»... Las chicas asintieron».

«Veinte minutos más tarde, el tipo pretendía apearnos en un hotel desconocido, que al parecer se llamaba igual que el nuestro. El malentendido parecía aclarado, finalmente. Me puse serio con el tipo y le dije que no nos iba a cobrar más de lo que habíamos quedado. Sorprendentemente, respetó nuestro pacto y entonces supe que su intención no había sido timarnos en ningún momento, como habíamos llegado a creer».

El taxista egipcio
(foto: Rafael Moriel)

«En Egipto, los hombres ricos pueden desposarse con todas las mujeres que deseen, siempre que puedan mantenerlas. Cuando el tipo del taxi me vio acompañado de tres mujeres, debió pensar que yo era alguien importante, mirándome de aquel modo, como diciendo: «¡joder, qué tío! Tiene tres mujeres»...


En el taxi
(foto: Rafael Moriel)

El Cairo
(foto: Rafael Moriel)


Las excursiones por El Cairo normalmente incluyen visitas a la Ciudadela de Saladino, donde además es posible visitar alguna mezquita.

Mezquita de Alabastro
(foto: Rafael Moriel)

La Mezquita de Alabastro o Mezquita de Mohammed Alí es una mezquita construida entre 1830 y 1857 por Mohammed Alí, un griego de origen albanés y soldado de las tropas que liberaron Egipto de los franceses. Al fondo, el reloj que el rey Luis Felipe de Francia regaló a Egipto, a cambio del obelisco de Ramsés II, que nunca llegó a funcionar.

Reloj, al fondo
(foto: Rafael Moriel)

No dejéis de visitar el Museo de El Cairo, que alberga más de 150.000 piezas, destacando la estatua más antigua de la historia, correspondiente al rey Zoser, fundador de la Dinastía III y constructor de la pirámide más antigua conocida, hacia el 4700 a. de C., así como la estatua de Kefrén, tallada en la piedra más dura de Egipto, diorita, que se desconoce cómo pudo ser pulida sin herramientas de acero. Y cómo no, la sala de Akenatón, así como las momias de algunos de los más grandes faraones del Antiguo Egipto y el tesoro de Tutankamón, incluyendo la máscara de 11 kg de oro, así como un sarcófago de 110,4 kg del preciado metal.

«A mi regreso de Egipto, estuve tan cansado que durante una semana entera casi me dormía en el trabajo. Pensé incluso en acudir al médico, creyendo que quizá había contraído alguna enfermedad. Durante mi estancia allí comí al menos dos ensaladas todos los días y me serví todas sus salsas, a pesar de lo cual no padecí diarrea. Recomiendo, especialmente, los dulces egipcios, de los cuales llegué a zamparme dos platos rebosantes a diario, durante las dos semanas que duró nuestro viaje, en la comida y en la cena».

«Egipto estimula mi imaginación como ningún otro lugar».


¡Espero que os haya interesado!

Atentamente:
Rafael Moriel
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