miércoles, 27 de diciembre de 2023

«FEUD: Bette and Joan», de Ryan Murphy

Nota: el presente post se complementa con el contenido en el siguiente enlace «¿Qué fue de Baby Jane».

Ficha Técnica

«Feud: Bette and Joan»,
miniserie de Ryan Murphy

Título original: Feud: Bette and Joan
Dirección: Ryan Murphy (Creador), Ryan Murphy, Gwyneth Horder-Payton, Helen Hunt, Liza Johnson, Tim Minear
Guión: Jaffe Cohen, Michael Zam, Tim Minear, Ryan Murphy
Música: Mac Quayle
Fotografía:Nelson Cragg
País: Estados Unidos
Año: 2017
Duración: 60 min. / 8 capítulos
Género: Serie de TV. Drama | Cine dentro del cine. Biográfico. Años 60. Miniserie de TV
Reparto: Jessica Lange, Susan Sarandon, Judy Davis, Jackie Hoffman, Alfred Molina, Stanley Tucci, Alison Wright, Catherine Zeta-Jones, Kathy Bates, Kiernan Shipka, Dominic Burgess, Reed Diamond, Joel Kelley Dauten, Molly Price, Ken Lerner
Compañías:Fox 21 Television Studios, Plan B Entertainment, Ryan Murphy Productions. Emitida por: FX Network
Sinopsis

«FEUD» es una miniserie para TV realizada en 2017, cuya primera temporada consta de ocho episodios. Bajo el subtítulo «Bette and Joan», explora la enemistad entre las actrices Joan Crawford y Bette Davis, centrándose en su relación a partir de 1962, cuando rodaron la mítica «¿Que fue de Baby Jane?», en una apuesta por realzar sus carreras artísticas.


Pero su enemistad ya venía de atrás, cuando Joan Crawford le quitó un novio a Bette Davis en los años treinta, con el que se desposó. Se odiaban aunque, en realidad, tenían mucho en común: ambas fueron divas de la Metro Goldwyn Mayer y de la Warner Bros., respectivamente; eran alcohólicas y tras permanecer en la cima del éxito, habían pasado al olvido. Y ambas criaron hijas que se volvieron contra ellas, acusándolas de maltrato.

Fue Joan Crawford quien planteó la idea de «¿Que fue de Baby Jane?», proponiendo a Bette Davis para el papel de Jane. En un principio se esforzó por llevarse bien con ella, tal como solía hacer con sus compañeros de rodaje. Pero terminada la película y tras su gran éxito de taquilla, tan sólo Bette Davis fue nominada al Óscar, lo que desató la envidia de Joan Crawford, que manipuló al jurado para evitar que le dieran la estatuilla, y tuvo la osadía de recoger el Óscar para la ganadora final, la actriz Anne Bancroft. A partir de entonces, ambas frecuentaron un maquiavélico juego de orgullo y envidia, odio y manipulación.


El rodaje de «¿Que fue de Baby Jane?» estuvo plagado de despropósitos, bien reflejados en la serie: Crawford se cargó de pesas cuando Davis tuvo que levantarla a pulso, y debido a sus problemas de espalda, se vio obligada a ausentarse del rodaje. Por su parte, Davis se resarció propasándose al golpear a Crawford en una escena. Y así todo el rato...


En 1964 volvieron a encontrarse durante el rodaje de «Canción de cuna para un cadáver», aunque Joan Crawford fue sustituida por Olivia de Havilland, debido al boicot que llevó a cabo contra la producción de la película, del que se arrepentiría posteriormente.

Susan Sarandon y Jessica Lange magistrales,
en una exquisita serie como pocas.

«FEUD: Bette and Joan» es una obra maestra. Exquisita en su reparto, escenarios y ambientación, os mantendrá en vilo a lo largo de ocho capítulos que muestran la voraz competencia entre dos grandes divas, con sus luces y sombras. Está realizada con mucho mimo, en selectos ambientes que recrean los años sesenta. Una actuación magistral de Susan Sarandon y Jessica Lange, a la altura de las divas que representan.

Si quieres sentir la fuerte enemistad y el odio entre dos rivales fuertes dispuestas a todo, no dejes de ver esta magnífica serie, ¡no te la pierdas!

Nota: el presente post se complementa con el contenido en el siguiente enlace «¿Qué fue de Baby Jane».

Atentamente:
Rafael Moriel

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domingo, 3 de diciembre de 2023

«¿Qué fue de Baby Jane?», de Robert Aldrich

Nota: el presente post se complementa con el contenido en el siguiente enlace «FEUD: Bette and Joan».

Ficha Técnica

¿Qué fue de Baby Jane?,
de Robert Aldrich

Título original: ¿Qué fue de Baby Jane? (What Ever Happened to Baby Jane?)
Dirección: Robert Aldrich
Guión: Lukas Heller. Novela: Henry Farrell
Música: Frank De Vol
Fotografía: Ernest Haller (B&W)
País: Estados Unidos
Año: 1962
Duración: 133 min.
Género: Drama | Drama psicológico. Vejez / Madurez. Discapacidad. Familia
Reparto: Bette Davis, Joan Crawford, Victor Buono, Marjorie Bennett, Maidie Norman, Anna Lee , B. D. Merril, Dave Willock, Anne Barton, Wesley Addy, Bert Freed, Robert O. Cornthwaite
Compañías: Warner Bros
Sinopsis

Las hermanas Jane y Blanche Hudson son dos ex actrices «solteronas», en paro. Mantienen una tóxica relación en la que la envidia y los celos han marcado sus vidas desde la infancia, cuando Jane era una exitosa niña prodigio del «show business» y Blanche quedó relegada a un segundo plano... hasta que las tornas cambiaron, y Jane se vio eclipsada por el éxito de su hermana Blanche, que en la cima de su carrera como actriz se ve abocada a una silla de ruedas, tras sufrir un trágico accidente que trunca la carrera artística de ambas hermanas.


Hastiada de cuidar de su hermana Blanche y sin otro propósito en la vida, Jane planea su regreso a la interpretación. Emocionalmente está desequilibrada, debido a su alcoholismo y al sentimiento de culpa que siente tras el accidente de Blanche, que es víctima de su maltrato físico y psicológico. Pero Blanche tampoco es lo que parece a primera vista, manteniendo un oscuro secreto y un trasfondo de engaño y manipulación.

«¿Que fue de Baby Jane?» es quizá la película más famosa de Robert Aldrich, que enfrentó a dos monstruos de la interpretación como Joan Crawford y Bette Davis. Aldrich lo intentó de nuevo un par de años más tarde, contando con Bette Davis y sustituyendo a Joan Crawford por Olivia de Havilland, tras una larga serie de trabas y despropósitos ideados por Joan Crawford para no participar en la película, de los que posteriormente se arrepentiría. El resultado fue mucho menos logrado, bajo el título «Canción de cuna para un cadáver».

Bette Davis y Joan Crawford magistrales:
Dos divas enfrentadas
en una interpretación sublime.

Personalmente, «¿Que fue de Baby Jane?» me parece una obra maestra del drama, y del terror. Basada en una obra literaria escrita por Henry Farrell, supone un pulso entre el orgullo y la envidia.

Una película terrorífica sin sangre, sin armas, sin necesidad de ruidos que estremezcan al espectador; sin sobreactuaciones absurdas. Una interpretación magistral de dos divas enfrentadas en la gran pantalla, y en la vida real. Una obra magistral con un guión sin precedentes.

Nota: el presente post se complementa con el contenido en el siguiente enlace «FEUD: Bette and Joan».

Atentamente:
Rafael Moriel

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viernes, 20 de octubre de 2023

El regreso de las vacaciones, un momento de consciencia


Sin duda alguna, las vacaciones conforman uno de los momentos más ansiados del año, precisamente cuando nuestros empleos y quehaceres diarios nos asfixian, y nos vemos en la necesidad de desconectar y recargar energías para regresar al día a día con nuevas ilusiones y expectativas.

Las vacaciones,
motivo de alegría y libertad
Las vacaciones son la cura idónea para la rutina aplastante, que en no pocos casos cercena nuestro sentimiento de libertad. Para aliviar la fatiga y el estrés, es necesaria una desconexión física y mental de nuestros horarios y deberes cotidianos.

Disfrutad de las necesarias
vacaciones
Durante las vacaciones, es posible desconectar de la vorágine, pero incluso a pesar de ello, hay quienes no las desean en absoluto, porque están tan arraigados a sus hábitos que cuando se detienen y el «ruido» cesa, padecen ansiedad e incluso se deprimen.

En cualquier caso y a mi modo de ver, uno de los momentos clave de las vacaciones es precisamente el regreso de las mismas, que a fin de cuentas es una parte indispensable en la consecución del logro deseado. Aunque pensemos que las horas empleadas durante nuestro regreso y la posterior habituación a la realidad son tiempo perdido, en realidad son tan importantes como el disfrute y la desconexión durante nuestros viajes.

Pocas cosas inspiran más
que viajar
¿Al regreso de las vacaciones, a menudo tenéis la sensación de que vuestra casa es hermosa y acogedora? ¿Acaso como si la echáseis de menos, e incluso os parece un lugar entrañable?

¿Teneís ganas de regresar cuando se alargan las vacaciones y pensáis que, en cierto modo, necesitáis algo de rutina y orden para seguir adelante? Probablemente experimentéis algunas sensaciones similares.


El regreso de las vacaciones conforma un momento álgido, pues supone la reconciliación con la vida y el día a día. Un instante de reflexión; porque la rutina es necesaria, a pesar de todo.

Disfrutad, cuidaos mucho
y cuidad a los vuestros.
A fin de cuentas, todos deseamos un mundo mejor
El regreso de las vacaciones es consciencia pura, aunque pase desapercibida. Una etapa vital.

Atentamente:
Rafael Moriel

domingo, 17 de septiembre de 2023

«Hey Jude», el artista no es un ser perfecto


Recuerdo haber leído unas declaraciones de Julian Lennon tachando a su padre de hipócrita, entre otras cosas. Los juicios y reproches así son habituales de hijos a padres, mayormente con vidas tormentosas, y también las hemos conocido en el caso de otros grandes creadores como Bob Marley, a quien se tachó de machista, violento y maltratador.

El artista no es un ser perfecto.
Personalmente, no lo pongo en duda. Lamento que unas tóxicas relaciones parentales marcasen la vida de sus hijos, condenándolos a la vulnerabilidad. Pero no hace falta ser artista para ser un pésimo padre. El objetivo de este post no es juzgar a las personas que los artistas fueron, sino poner de manifiesto que un artista no es, en ningún caso, UN SER PERFECTO.


Un artista no es perfecto, ni tiene por qué serlo. Sólo es un ser humano, imperfecto y frágil como otro cualquiera, en ocasiones cegado por su ego. Es probable que jamás sea el mejor ejemplo a seguir. Un artista es un creador; sus ideales, su vida íntima, sus posibles adicciones, sus juicios y tendencias de cualquier índole, etc., conforman unos determinados marcadores para juzgarlo bajo un prisma concreto.


¡Qué más da cómo fuesen sus vidas! Bastante tenemos con vivir las nuestras en un mundo loco, donde todo tiene un precio, dirigido y gobernado por las desigualdades y la sinrazón. Criad a vuestros hijos lo mejor que podáis... Disfrutando de las canciones, los libros, las películas, los lienzos, etc. Su legado artístico, inspirador y visionario.

Atentamente:
Rafael Moriel

sábado, 2 de septiembre de 2023

«El Viaje de Harold», de Hettie Macdonald

Ficha Técnica

El viaje de Harold,
de Hettie Macdonald


Título original: El viaje de Harold (The Unlikely Pilgrimage of Harold Fry)
Dirección: Hettie Macdonald
Guión: Rachel Joyce. Libro: Rachel Joyce
Música: Ilan Eshkeri
Fotografía: Kate McCullough
País: Estados Unidos
Año: 2023
Duración: 108 min.
Género: Drama | Road Movie. Vejez / Madurez
Reparto: Jim Broadbent, Penelope Wilton, Linda Bassett
Compañías: Essential Cinema, Free Range Films, Ingenious Media, Rose Pine Productions
Sinopsis

Harold (Jim Broadbent) está jubilado y lleva una vida aburrida e insulsa. Los días acontecen junto a su mujer, con quien apenas se comunica, realizando rituales relacionados con las labores del hogar.

Una mañana, recibe una carta de una antigua compañera de trabajo, de la que no tiene noticias hace más de veinte años. En su misiva, Queenie le informa de que tiene cáncer y se despide de él, deseándole lo mejor. Harold escribe unas líneas que apenas conforman un breve cumplido. Sin embargo, y cuando se dispone a echar la carta en el buzón de correos, mantiene una inspiradora conversación con una joven... y decide, en ese mismo momento y con lo puesto, caminar hasta el norte del Reino Unido, a unos 800 km de distancia, con el empeño de visitar a su moribunda amiga en el hospicio, donde se encuentra sola y sin ayuda.


«El viaje de Harold» removerá tu conciencia. Su protagonista se desprende de todo aquello que lleva encima: viaja sin móvil ni tarjeta de crédito, sin carné de conducir. Camina por las carreteras y duerme en el campo. En su peregrinaje se cruza con diversos personajes, a quienes cuenta su objetivo, algunos de los cuales le acompañan temporalmente. Pronto, su hazaña inunda los noticiarios nacionales; pero los fenómenos sociales amenazan tergiversar su propósito, por lo que Harold vuelve a caminar solo, alejado del «grupo».

Una película entrañable. Un protagonista que se enfrenta a todos los fantasmas del pasado, que no son pocos. Una redención, una penitencia, el renacer de una vida que no tenía sentido, y el reencuentro con su pareja. Una película necesaria en estos tiempos "modernos", en los que los malos guiones abundan.

Atentamente:
Rafael Moriel

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lunes, 14 de agosto de 2023

Septiembre: el comienzo de todo


Lejos del esplendor y el ruido que acompaña los últimos días de diciembre, con su final de ciclo y sus luces como preámbulo de un año nuevo que resuelva nuestros pesares y anhelos, el mes de septiembre podría ser el comienzo de todo: el fin del verano, el regreso al trabajo, el inicio del curso y la posibilidad de emprender actividades y proyectos que se quedaron en el tintero. La ilusión de doce meses por delante...

Por todo ello, algunos consideramos que el año comienza con el fin de agosto, junto a esas tentadoras colecciones de fascículos que anuncian por televisión.


Agosto es el periodo estival para el descanso y la desconexión. Pero no sólo eso, un intervalo de tiempo en el que casi todo se detiene, aunque el grueso de nuestras vidas se forje en el día a día de los once meses restantes, en los que somos esclavos de un acuerdo contractual que ocupa nuestras vidas. A menudo ocurre que, durante las vacaciones de verano o después de éstas, caemos en la cuenta de lo que todo esto supone y significa: ¿cuánto nos dejamos de nosotros mismos en el día a día? ¿Qué desearíamos hacer en realidad? ¿Somos felices? ¿Hasta qué punto se han cumplido nuestros deseos?

Echar el freno en vacaciones puede abrir nuestras mentes. Las vacaciones deberían resultar sanadoras en todo caso, pero en no pocas ocasiones destapan algo que permanecía oculto entre la vorágine, provocando una crisis o un sindrome post vacacional. Y eso dice mucho al respecto de agosto y septiembre, como la posibilidad de un antes y un después.


Por todo ello haced los planes cuanto antes. Coged lápiz y papel y reflexionad sobre lo que estáis haciendo, y a dónde queréis llegar. No perdáis tiempo, que la vida es corta.

Atentamente:
Rafael Moriel

domingo, 6 de agosto de 2023

¿La fama mata?


Ante todo, expresar mi profundo pesar por el fallecimiento de la popular artista irlandesa, Sinéad O´Connor.

Con la certeza de que necesitamos artistas de su talento y fuerza, me vienen a la mente multitud de datos que la marcaron: una familia desestructurada con maltrato infantil, un enorme talento artístico con una fuerza interpretativa y un estilo inusuales, su individualismo e hipersensibilidad emocional, y también su rebeldía y su obsesión religiosa... Cabría preguntarse si su atrevido comportamiento al romper una foto de Juan Pablo II ante las cámaras de televisión inició su mala racha, que quizá la condujo a un fatal desenlace, aunque es más probable que todo sea debido a un cúmulo de circunstancias, y a una mala gestión emocional de la fama.


Al hilo de lo dicho, la hipocresía reina a nuestro alrededor. Pero no sólo eso: decir la verdad puede hacer añicos nuestro entorno. Es necesario ser muy fuerte y sopesar las consecuencias antes de enfrentarse al mundo, sabiendo que, a fin de cuentas, no podemos cambiarlo. Sinéad O´Connor era consciente de su verdad cuando rompió aquella fotografía. Después quizá vino el «más vale sola que mal acompañada», «créate fama y échate a dormir», «a perro flaco todo son pulgas», las crisis y los problemas de salud mental.


¡Tened cuidado! La certeza no es garantía de éxito. Vivamos desde lo auténtico, pero sin destacar.

El mismo talento y la sensibilidad que encumbraron a Sinéad O´Connor, propiciaron su paso por los infiernos. Tan sólo eso podría explicar lo ocurrido. Pero también es cierto que nuestra sociedad castiga la hipersensibilidad, y una vez más se cumple aquello de «la fama mata», especialmente con determinados caracteres y sensibilidades.


Contrariamente a lo que cabría esperar, estar en lo cierto puede dejarnos solos. La experiencia lo demuestra.

Atentamente:
Rafael Moriel

sábado, 7 de mayo de 2022

Tributo a Enrique Urquijo y Los Secretos


El siguiente cartel y las fotografías que lo acompañan pertenecen a un par de conciertos acústicos y una presentación literaria que llevé a cabo en mayo y junio de 2022. En dichos conciertos rendí tributo a Enrique Urquijo y Los Secretos, así como a algunas otras bandas y cantantes como Neil Young, Pink Floyd, Fito & Fitipaldis, etc., aprovechando para presentar mis libros y firmar ejemplares.

Muchas gracias a Sonsoles, Aurelio, Aurora, Gema, Roberto, Ángel, Raúl, Maribel, , etc., y a todo el público asistente. Una magnífica experiencia, que me ha permitido conocer gente y hacer amigos, algunos de ellos enriquistas.




















Atentamente:
Rafael Moriel

sábado, 15 de enero de 2022

El Final de Dexter Morgan


Las dos caras de Dexter Morgan:
La voz en off, y el eficaz agente de la policía científica

Dexter Morgan, el tranquilo y tenaz ex policía de la científica interpretado por Michael Carlisle Hall, nos ha dejado para siempre. Tras ocho temporadas completas de la serie «Dexter» que finalizaron en 2013, y una temporada adicional bajo la denominación «Dexter: New Blood» fechada en 2021, el final de este curioso personaje, que hablaba con los muertos en sus alucinaciones y cuyas voces en off revelaban sus verdaderas intenciones más allá de la apariencia... no podría estar más cerca de la reflexión.

Refugiado bajo la identidad de Jim Lindsay, se gana la vida como vendedor en la armería de una ciudad ficticia al norte del estado de Nueva York, llamada Iron Lake. Un entorno opuesto al cálido Miami de sus inicios. Dexter Morgan ha cesado su actividad criminal y desde hace más de una década pasa desapercibido, siendo el novio de la jefa de policía del condado. Entretanto Hannah McKay, quien fuera su novia y quedase al cuidado de su hijo Harrison, ha fallecido sin que él lo sepa. Tras una incesante búsqueda, Harrison logra dar con él, entrando a formar parte de su vida a lo largo de última temporada de la serie, donde la nieve y el hielo sustituyen al sol de Miami.

Como no podía ser de otro modo, el observador y sagaz Dexter se percata enseguida de que el «oscuro pasajero» habita en su vástago quinceañero, y decide hacer algo que jamás había hecho: contarle su secreto y hacerle partícipe, a través de la revelación del código que su padre Harry le enseñó para canalizar su ansia, y sobrevivir como un psicópata asesino.

Dexter y Debra Morgan
Pero Harrison no está preparado: es demasiado joven e insolente; incluso siendo consciente de ello, Dexter le confiesa su secreto y se ofrece como maestro para que su hijo pueda sobrevivir con su ansia, tal como hiciera su padre adoptivo Harry, cuando él era un adolescente.

La sabia experiencia de nuestro «día a día» demuestra que, por desgracia, resulta imposible ayudar a quien no pide ayuda, y en muchas ocasiones no conlleva un final resuelto y feliz, especialmente cuando los niveles de consciencia del ayudador y el ayudado son tan diferentes, como ocurre con Dexter y Harrison. ¡He ahí el quid de la cuestión!

Con la novena temporada, la historia de Dexter Morgan concluye ante una sublime muestra de amor a la que se entrega de un modo apacible y consciente, cediendo el control a su descendiente, aun a sabiendas de que es demasiado joven e inexperto como para comprender la realidad y el futuro que le aguarda.

Toda una prueba de amor...
Dos estados de consciencia muy diferentes

Un final sublime para el asesino que conectó con el público y logró su empatía. Y un magnífico ejemplo de diferencia en los estados de consciencia (en este caso debido a la edad) entre un "ayudador" y un "ayudado", como perfecto ejemplo de una prueba de amor. Me quito el sombrero ante un guión tan inspirado y bien concebido.



Atentamente:
Rafael Moriel

domingo, 14 de noviembre de 2021

«Mi Bello Canario», un relato de Rafael Moriel

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Mi Bello Canario

Fumaba en la terraza y ya era de noche. Había estado todo el día estudiando para los exámenes y me apeteció echar un cigarrillo al aire libre. Entonces y entre la oscuridad, un aleteo llamó mi atención. Se trataba de algo pequeño y rápido que revoloteaba, procedente de algunos pisos más arriba.

Quedé inmóvil al comprobar que se trataba de un pajarillo, de color blanco a primera vista. Su revoloteo cesó al posarse en el saliente de la terraza, más allá de la barandilla. Me moví tan lentamente como pude, acercándome. Me miraba. Entonces abrí mis manos, y lo atrapé. Esperaba que hubiese echado a volar, o al menos que se resistiera al atraparlo. Pero no fue así. Pude sentir su caliente cuerpecillo como algo sensible y delicado entre mis manos.

Entré en la cocina y me puse manos a la obra. No tenía jaula. Estuve discurriendo cómo improvisar algo, y allí estaba la cesta de las patatas, metálica y enrejada. Mantuve al pájaro atrapado con una mano y volqué la cesta con las patatas, propinándole un par de golpes para desprender la suciedad, depositándola invertida sobre el suelo: cuatro paredes y un techo, con barrotes y todo. Sin embargo, aquel pajarillo, un hermoso canario, elegante y alargado, era demasiado delgado en comparación con el espacio libre entre los barrotes.

Corrí hasta el salón. En el primer cajón del mueble chino siempre estuvo la caja de puros que mi tío Domingo, el marinero, nos trajo de uno de sus viajes. La abrí con una mano y volteé los puros, introduciendo al pajarillo. Regresé a la cocina y recubrí toda la cesta con papel de periódico agujereado. Me hice con un par de tapas de botes de conserva y las introduje, con agua y migas de pan, bajo la cesta empapelada. La jaula estaba lista y la cena servida. Sólo faltaba el canario.

Abrí la caja de los puros, introduciendo mi mano en ella. Ni se movió. Arrinconado, se había cagado y me observaba, con los ojos abiertos todo lo más que podía. Sentí compasión de él. Tapé con mi mano la boca de la caja, dejando entre mis dedos el espacio suficiente para observarlo con detalle. Los pájaros son muy rápidos y aunque buscara un hueco por el que escapar, no le daría esa oportunidad. Nos observamos largo rato. Su plumaje era de un hermoso amarillo claro, tornando grisáceo y blanquecino en los extremos de sus alas.

Lo atrapé sin que opusiera resistencia. Levanté la cesta y lo introduje por debajo de ésta, depositándolo sobre el suelo. Cené en la cocina, a su lado. No hizo el más mínimo ruido.

Fregué mi plato y cerré los libros. Acostumbraba a guardarlos uno o dos días antes del examen, y decidí no preocuparme más por los detalles de las lecciones. El trabajo ya estaba hecho y otro día de estudio sólo aumentaría mi inseguridad. Ahora tenía un pasatiempo para olvidar mis exámenes.

Me arrodillé y levanté suavemente la cesta. Permanecía inmóvil, mirándome. Introduje mi mano. Se dejó atrapar. Lo extraje con delicadeza, sintiendo los pálpitos de su corazón. Tenía los ojos enrojecidos y permanecía con su pico abierto, jadeando. Entonces me di cuenta de que la tinta de los papeles de periódico le irritaba. Parecía muy asustado y se había cagado varias veces.

Lo deposité en el suelo. La cocina no tenía demasiados escondrijos y dejarlo libre en aquellas condiciones no parecía arriesgado; estaba asustado y abatido y supuse que no volaría. Lo toqué con el dedo, empujándolo varias veces para comprobar su reacción. Ni se movió. Sólo jadeaba y observaba.

Arranqué todo el papel de la cesta, descartándola. Lo introduje en la caja de los puros. Unas cuantas cagadas más no importaban. Me fui a la cama.

Al día siguiente, a las diez de la mañana, ya tenía una jaula y dos cajas de alpiste. Cogí el taladro e instalé dos escarpias en la terraza. Colgué la jaula, con su canario dentro, y me pareció que se sentía alegre en su nuevo hogar. Saltaba de un palo a otro, se bajó a comer y a beber y di por seguro que a partir de entonces permanecería conmigo.

A eso del mediodía, sonó el timbre. Era un vecino que me preguntó sobre un pájaro que se le había escapado. Le dije que no sabía nada al respecto. Cerré la puerta y sonreí.

Mi examen no pudo ir mejor. De regreso a casa, lo primero que hice fue saludar a Pelucho. Mis regresos de las clases eran mucho más esperanzadores, con aquella mascota esperándome.

Cada mañana, antes de las clases, colgaba su jaula en la terraza. A mi regreso, en la tarde noche, la descolgaba y la metía en la cocina, junto al radiador. Entonces recogía su cabeza entre las plumas y dormía apoyado sobre una pata. Limpiaba su jaula a diario y rellenaba sus recipientes con agua y alpiste. Pero Pelucho no cantaba. Solía sacarlo de la jaula para jugar con él. Sin embargo, apenas se movía y no piaba; ni siquiera hacía intentos por retomar el vuelo. Al principio imaginé que era debido a su nueva situación, pero con el paso del tiempo terminé por asimilarlo.

A mediados del otoño observé que Pelucho se deterioraba. Poco tenía que ver con aquel hermoso ejemplar que una noche de verano volara hasta mi terraza. Sus plumas estaban desordenadas y sucias y su cola recortada. Se había quedado completamente calvo y el veterinario me recetó unas gotas que mezclaba con el agua. Me dijo que debía alejarlo del radiador, y que no cantaba porque era hembra. Pelucho no cantaría jamás, y ni siquiera su nombre parecía apropiado.

A pesar de mis cuidados y de toda la atención prestada, Pelucha continuaba perdiendo plumaje. Pronto se transformó en un minúsculo pedazo de carne pálida con multitud de puntos negros y dos ojos enormes. Su vientre se hinchó y un prominente edema deformó su aparato genital, transformándolo en un anillo enrojecido y sanguinolento.

No sabía muy bien qué hacer con ella. Me había decepcionado, sin duda, y yo a ella. Supuse que moriría pronto, ya que parecía muy enferma, y comencé a descuidarla. Debía quedarle poco tiempo, y aunque no quería contagiarme de su infección, continué alimentándola con el alpiste y la lechuga, mezclando las gotas que me recetó el veterinario con el agua… hasta que dejé de hacerlo.

Transcurrieron varias semanas y mi canario tenía peor aspecto. A pesar de todas aquellas enfermedades, una extraña fuerza la mantenía con vida. Parecía en las últimas, sólo era cuestión de tiempo.

Pelucha era muy sucia. Las hojas de lechuga que picoteaba se iban secando y mezclándose con las cáscaras del alpiste y las heces, que se le adherían en las uñas de las patas, conformando unas endurecidas costras que resonaban cuando saltaba de un palo a otro de la jaula. Un día me percaté de que le faltaba un dedo. Supuse que una de esas costras se le habría enredado entre los barrotes. Pero Pelucha no hablaba. Tampoco cantaba.

Comencé a olvidarme de rellenar sus recipientes de comida, quizá a propósito. Cada mañana le colgaba entre los barrotes un par de hojas de lechuga. Le gustaba la lechuga, y así no tenía que limpiar ni tocar los recipientes, ni siquiera la jaula. A pesar de que jamás hubiese cantado ni alzado el vuelo, a pesar de haberse transformado en un cuerpo infecto y agónico cuyo inminente desenlace ansiaba, la alimentaba cada día.

El nivel de los residuos crecía. Las cáscaras de alpiste, la lechuga y las heces conformaban una sólida estructura. Hacía meses que no metía la jaula en la cocina por las noches y sobrepasaba los dos kilos de peso. Pelucha había perdido todo su plumaje y sólo acercarme a su jaula me producía náuseas.

Me sentía decepcionado. Había hecho de mi ilusión un fracaso, y no contenta con ello había transformado mi terraza en un basurero. El nivel de estiércol alcanzaba la mitad de la jaula, pero ella continuaba en su afán por ensuciar, con tal de fastidiarme. Estaba pelada y esquelética, con la totalidad de su piel recubierta por puntos negros apostillados, con el vientre inflamado y brillante, las uñas de sus patas retorcidas y cubiertas de heces endurecidas, a causa de las cuales había perdido varios dedos. Pero se negaba a sucumbir. Pelucha sólo pensaba en sí misma.

Una infección prosperó en sus ojos. Se le hincharon tanto, que parecían dos pelotas amoratadas. Más tarde, perdió la visión de un ojo como resultado de la misma. Su pupila era blanca y cuando se ponía de perfil, el del ojo ciego, me divertía moviendo mi mano, acercándola y alejándola con rapidez. ¡Ni se enteraba! Repetía lo mismo por su lado bueno y se recogía asustada. ¡Pelucha estaba viva! La despreciaba con todas mis fuerzas. Mi bello canario era un monstruo.

Una mañana dejé abierta la puerta de su jaula. Por la noche continuaba allí. Pelucha no parecía dispuesta a ponérmelo fácil. Pretendía martirizarme y haría lo que fuese con tal de lograrlo.

El volumen de estiércol aumentaba, a pesar de escaparse por la puerta de la jaula. Pero llegó un momento en el que hizo techo. Pelucha se buscó un rincón y desde entonces permaneció contra los barrotes, aplastada por sus propios residuos, en el frontal de la jaula. Ya no era más que un pellejo arrugado y retorcido, apenas reconocible, aunque su pico y el vientre por el que expulsaba las heces, todavía eran visibles entre los barrotes.

A menudo pensaba sobre aquel pájaro. Sabía que aquello no duraría mucho. En cualquier momento la encontraría rígida y todo terminaría. Esperaba aquel momento con impaciencia.

Transcurrían los días, las semanas y los meses... Pelucha seguía comiendo la lechuga que yo le colgaba. Deseaba su muerte. Sin embargo, cada mañana su corazón latía entre los barrotes. Me atormentaba la idea de que Pelucha pretendiera sobrevivirme.

Una fría mañana la encontré muerta. Su corazón, hinchado y amoratado, había dejado de latir.

Abrí una bolsa de basura e introduje la jaula con Pelucha en su interior. Pesaba varios kilos.

—Asunto concluido —suspiré.


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«Accidente en la fábrica de chorizos», un libro de Rafael Moriel

«Mi bello canario» es un relato perteneciente al libro de relatos "Accidente en la Fábrica de Chorizos", escrito por Rafael Moriel y disponible en papel de tapa blanda y ebook.


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«Accidente en la Fábrica de Chorizos»,
un libro de relatos de Rafael Moriel

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Atentamente:
Rafael Moriel

martes, 10 de agosto de 2021

The Straight Story (una historia verdadera), de David Lynch

Ficha Técnica

The Straight Story (una historia verdadera),
de David Lynch



Título original: The Straight Story
Dirección: David Lynch
Guión: John Roach, Mary Sweeney
Música: Angelo Badalamenti
Fotografía: Freddie Francis
País: Estados Unidos
Año: 1999
Duración: 111 min.
Género: Drama | Basado en hechos reales. Vida rural (Norteamérica). Road Movie. Vejez/Madurez. Cine independiente USA. Película de culto
Reparto: Richard Farnsworth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton, Everett McGill, John Farley, Jane Galloway Heitz, Dan Flannery, Kevin P. Farley, Wiley Harker, Tracey Maloney
Productora: Coproducción Estados Unidos-Francia; Studiocanal, Les Films Alain Sarde, The Picture Factory, Film4 Productions, Asymetrical Production, Ciby 2000

Sinopsis


Alvin Straight (Richard Farnsworth) es un achacoso anciano que vive en Iowa con su hija discapacitada (Sissy Spacek). Además de sufrir un enfisema y pérdida de visión, tiene graves problemas en sus caderas, que casi le impiden permanecer de pie. Cuando recibe la noticia de que su hermano Lyle (Stanton), con el que está enemistado desde hace diez años, ha sufrido un infarto, y a pesar de su precario estado de salud, decide ir a visitarlo a Wisconsin. Para ello tendrá que recorrer 500 kilometros, y lo hace en el único medio de transporte del que dispone: una máquina cortacésped.


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Basada en hechos reales, Straight Story es una película entrañable, en la que resulta imposible no dejarse atrapar por el aura de su anciano protagonista, que realiza un viaje de más de cinco semanas, montado en una pequeña máquina cortacésped que arrastra un improvisado remolque. El viejo Alvin intuye que debe realizar el trayecto únicamente de aquel modo, y el camino recorrido supone toda una penitencia, repleto de personajes que van apareciendo en escena y que, en cualquier caso, interactúan y conectan con él: en unos casos Alvin hace de sabio consejero, y en otros simplemente participa, o se deja ayudar, llegando a confesar sus más íntimos secretos.

The Straight Story es una estupenda película, sin un ápice de maldad. Para su anciano protagonista no podía ser de otro modo, puesto que con todo aquello con lo que no se encontraba en paz, logra estarlo finalmente: acaso como si el camino de regreso no existiera, o no importase.

Ignoro hasta qué punto el propio Richard Farnsworth pudo tener algo que ver en el desarrollo de la película, pues tras entrevistarse con David Lynch para interpretar su papel, le hizo saber que no trabajaría en la película, si incluía tacos o violencia. Se cuenta que David Lynch se comprometió con él a que en ningún caso sería así, y el resultado está a la vista: nadie negaría su apoyo al entrañable Alvin, en una película en la que el mayor despropósito es un camión que circula por la carretera, cuya estela de viento logra arrebatarle el sombrero al viejo Alvin. .



Atentamente:
Rafael Moriel

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viernes, 6 de agosto de 2021

«Brokeback Mountain», de Ang Lee

Ficha Técnica

Brokeback Mountain (en terreno vedado), de Ang Lee
(2005)


Título original: Brokeback Mountain (En terreno vedado)
Dirección: Ang Lee
Guión: Larry McMurtry, Diana Ossana. Historia: E. Annie Proulx
Música: Gustavo Santaolalla
Fotografía: Rodrigo Prieto
País: Estados Unidos
Año: 2005
Duración: 138 min.
Género: Romance. Drama | Drama romántico. Homosexualidad. Años 60. Vida rural (Norteamérica)
Reparto: Heath Ledger, Jake Gyllenhaal, Anne Hathaway, Michelle Williams, Randy Quaid, Linda Cardellini, Anna Faris, Scott Michael Campbell, David Harbour, Kate Mara
Productora: Focus Features, River Road Entertainment, Good Machine, Alberta Filmworks

Sinopsis


Verano de 1963: dos vaqueros, Ennis Del Mar y Jack Twist, se conocen mientras hacen cola para ser contratados por el ranchero Joe Aguirre. Los dos aspiran a conseguir un trabajo estable, casarse y formar una familia. Cuando Aguirre les envía a cuidar ganado a la majestuosa montaña Brokeback, entre ambos surge un sentimiento de camaradería que deriva hacia una relación íntima. Al concluir el verano, tienen que abandonar Brokeback y seguir caminos diferentes.


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Brokeback Mountain es una trágica historia de amor romántico. Un drama, que viene a poner de manifiesto la gran pérdida y las consecuencias derivadas, a lo largo de toda una vida, de que los protagonistas no acepten su condición sexual, y no «salgan del armario». Así ocurre para dos vaqueros que comienzan a construir sus vidas a mediados de los sesenta, en la América más conservadora, en la que la represión y la hipocresía señalan a quienes muestran una tendencia homosexual. Por desgracia, todavía hoy en día puede suceder lo mismo, o algo parecido, en cualquier parte del mundo, aunque por fortuna y en nuestra sociedad actual, la cultura y el progreso juegan a favor.

Los protagonistas de Brokeback Mountain poseen personalidades bien diferentes, y casi antagónicas: Ennis Del Mar es introvertido, conservador, y muy reticente a cambiar de vida. Procede de una familia desestructurada y en su hacer diario se esfuerza por estar a la altura y cumplir con sus responsabilidades, aun siendo infeliz a causa de ello. Su situación laboral está siempre muy presente, manteniéndolo en la cuerda floja y con una economía ajustada. Por el contrario, Jack Twist se ha criado en un ambiente menos hostil. Es emocional y comunicativo, más abierto y soñador. Él será, en todo momento, quien sirva de nexo a la historia, conformándola y creando todos los puntos de referencia. Puesto en entredicho por su forma de ser, Jack Twist es mucho más atrevido que su amante, quien prefiere pasar desapercibido y ser un «borde», con tal de que su homosexualidad no quede al descubierto. El empeño de Jack le cuesta finalmente la vida, tal como profetizara Ennis, que finalmente admite no tener «nada»... excepto recuerdos.

Tras visionar de nuevo esta gran película de Ang Lee, que incluye una música inspirada y sugerente, quisiera mostrar mi apoyo y comprensión a quienes se vean, o se hayan visto forzados a ocultar su condición sexual, sea cual sea. La orientación sexual no debería ser, en ningún caso, motivo de diferenciación o marginación. A fin de cuentas, la libertad es la máxima en este mundo «injusto e hipócrita», incluso en los Estados Unidos de América, con los rudos vaqueros y todo eso...

Nuestra sociedad debe hacer un gran esfuerzo por comprender y proteger a los más sensibles.

En cualquier caso, el final de Brokeback Mountain no te dejará impasible, y te hará reflexionar.
Paz y amor.



Atentamente:
Rafael Moriel

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