domingo, 15 de marzo de 2020

LA BOTICA, Revista Literaria-5 (Perdiendo Frescura)







Nota: el presente post es una continuación del post publicado anteriormente, que lleva por título «La Botica, Revista Literaria-4 (La Censura)».



Superada la etapa oscura de censura en «La Botica, revista literaria», transcurrieron varios años sin novedades importantes. Sin embargo, todo cambió de repente cuando comenzamos a recibir una subvención económica que nos permitió ampliar el horizonte literario, editando un par de libros de autores compartidos. Además de la impresión de los 3500 ejemplares de la revista, utilizamos la ayuda para emprender una editorial que permitiera publicar a autores alaveses en cualquier género literario. Todo ello aconteció más o menos del siguiente modo:

Puede que se tratara de una casualidad, pero por aquel entonces nos encontrábamos inmersos en una campaña electoral, y un día encontré uno de esos panfletos de propaganda que echan en el buzón, en el cual figuraban unas líneas de texto libre para rellenar, en las que el «Partido Socialista de Euskadi (PSE)» solicitaba propuestas por si ellos llegaban a gobernar en la capital alavesa. Recuerdo perfectamente que guardé aquel panfleto durante días con la intención de rellenarlo, y finalmente lo hice con un texto que más o menos decía lo siguiente: «Que «La Botica, revista literaria» disponga de una subvención con la que publicar libros, y pueda ser una asociación libre». Algo así reflejé en apenas un par de líneas, y lo envié por correo, hastiado de que a pesar de solicitar una ayuda económica cada vez que presentábamos nuestro proyecto a las instituciones, ésta fuera rechazada y nos tocara agachar la cabeza y acatar sus decisiones, fueran cuales fuesen, sin tener derecho a protestar cuando los ejemplares estaban mal impresos o con errores, además de soportar censuras, etc.

Finalmente los socialistas lograron conformar gobierno en Vitoria. Personal relacionado con el departamente de cultura del ayuntamiento se puso en contacto con nosotros. No supe a ciencia cierta si era debido a mi petición o no, pero recuerdo que coincidía con la época de entrega de los proyectos anuales, y teníamos el nuestro redactado y listo. Dijeron que nos ayudarían, a nosotros y a otros colectivos similares. Puede que se tratase de una mera casualidad, pero el PSOE gobernó en Vitoria-Gasteiz y por primera vez en la historia de «La Botica, revista literaria», dispusimos de una subvención económica cercana a los 3000€.

Consciente de que debíamos aprovechar aquella oportunidad, pensé ampliar la visión que había tenido años antes, cuando planeamos la revista, creando una editorial. Hablé con mi compañero Jorge, y me costó convencerle de que era el momento de avanzar un paso más, apostando por las publicaciones en formato de libro; personalmente, estaba absolutamente convencido de que a la larga sería nuestro verdadero triunfo, y a la salida de nuestra reunión con representantes de las instituciones, caminando por los arquillos de Vitoria de un extremo a otro y repitiendo una y otra vez... planeamos la publicación de un libro de autores compartidos en el que tuviesen cabida todos los géneros literarios posibles, en castellano y en euskera. Poco después publicamos el libro «Cinco Voces», que incluía poesía, micro cuentos y relatos, así como cartas de amor. La mayoría de los textos estaban escritos en idioma castellano, aunque también los había en euskera.

Publicamos un libro con la idea de publicitarlo convenientemente, de modo que con el dinero recaudado fuera posible publicar más libros. Inicialmente sería de autores compartidos, hasta asegurar unas ganancias que permitieran publicar a autores vitorianos en solitario, en todos los géneros literarios.

Al igual que venía ocurriendo con la revista y tras nuestro primer libro, que incluía a cinco autores, lo distribuimos por las principales librerías y comercios de la ciudad. Entregamos ejemplares a las instituciones colaboradoras, prensa y radio etc., y algo más de cincuenta ejemplares gratuitos para cada uno de los autores publicados. Personalmente, estaba convencido de que se trataba de una idea genial, y en ningún momento contemplé la posibilidad de que pudiera resultar un fracaso. A menudo pienso de nuevo sobre aquello, acerca de la idea que tuve y me pareció tan brillante; pero a pesar de que dediqué el tiempo suficiente para explicársela a nuestros colaboradores habituales, algo no salió bien: publicamos hasta dos libros de autores compartidos, y recuerdo incluso cómo alguno de los autores acudió a mi casa con un carro para cargar libros, y una vez hecho esto, desapareció sin más ni más. Personalmente, no podía creer que los mismos autores a quienes promocionábamos, rehuyeran las presentaciones de prensa y televisión, etc., y lo recuerdo como algo muy extraño, que no lograba entender. Algunos autores incluso reclamaban más ejemplares de los establecidos inicialmente, y entonces comencé a darme cuenta de que mi idea no era la misma que la de otros autores, a pesar de que habíamos pactado las condiciones. No se vendieron muchos libros, porque no se llevó a cabo una divulgación adecuada. Con el segundo libro, titulado «Demasiada Realidad», el asunto empeoró notablemente, lo cual hizo tambalear la continuidad del proyecto. Poco después llegó la temida crisis económica, y todo comenzó a torcerse de un modo increíble: menos dinero y muchas más exigencias y trabas, hasta el punto de hacer el proyecto inviable, ya no sólo con el tema de los libros, sino en todo su conjunto.

Finalmente el dinero de la subvención sirvió para costear la edición de un par de libros publicados con «Ediciones La Botica», así como para sufragar gastos menores y pagar a nuestros colaboradores literarios y músicos en el décimo aniversario de «La Botica, revista literaria» y algún otro recital literario de carácter mayoritario.

Personalmente, considero que trabajar en equipo tiene sus pros y sus contras. Lo que para unos está muy claro, para otros es totalmente cuestionable. Si se debate en exceso se pierde mucho tiempo, y las ideas y proyectos deben quedar muy claros para concluir con éxito. Por otro lado, se necesita mucho tiempo para afianzar los objetivos y Jorge y yo nos distanciábamos cada vez más. Los años transcurrían y la rutina y la falta de tiempo lo complicaban todo, hasta que llegó un momento en el que los contratiempos no dejaban de sucederse. Algunos autores comenzaron a mostrar un ego desmedido, complicando los ensayos de los recitales e incluso monopolizando la puesta en escena, etc., retrasando y entorpeciendo los ensayos. Estábamos perdiendo frescura a pasos agigantados y resultaba muy difícil reunir a la gente durante los ensayos; por primera vez en más de diez años me di cuenta de que me costaba mucho asumirlo, y no parecía tener solución. Los problemas crecían.

Volviendo a lo de los libros, anteriormente ya había intentado convencer a Jorge de que el dinero obtenido en los recitales de algunas entidades e instituciones podría aglutinarse y destinarse a la publicación de libros, en lugar de abonarlo directamente a los autores que recitaban sus textos; pero él no estaba de acuerdo. Con aquella subvención fue posible publicar libros, o al menos intentarlo, y ambos estábamos de acuerdo. Pero tras publicar el segundo libro, el asunto se nos fue de las manos. Puede que los autores no estuvieran a la altura de las circunstancias, pero fue un fracaso total de ventas. Después se agravaría el distanciamiento entre Jorge y yo, la temida crisis económica y los ajustes presupuestarios, la presión a la que fueron sometidas las asociaciones... así como el cese definitivo de todas nuestras actividades literarias, tema sobre el que tratará el siguiente post.


Si deseas conocer los detalles y pormenores de la historia de «La Botica, revista literaria», número a número, pincha aquí.



Atentamente:
Rafael Moriel