Amenhotep III y la reina Tiy |
En el año 1550 a. de C. los egipcios crearon el imperio más grande conocido hasta entonces. No sólo expulsaron a los invasores luchando ferozmente, sino que ampliaron sus dominios con tal poderío que su liderazgo dio paso a una etapa de sumisión, exenta de conflictos armados.
Amenhotep III —también conocido como Amenofis III o Nebmaatra Amenhotep- comenzó su reinado a una edad máxima de 12 años, marcando el principio de la paz en la época dorada del Antiguo Egipto, siendo el hombre más rico y poderoso del mundo y el faraón más próspero de todos los tiempos.
Corría el año 1391 a. de C. cuando Amenhotep III, cuyo nombre significa «el Diós Amón es satisfecho», fue coronado faraón. Rehusando la violencia y gobernando a través de una diplomacia desconocida hasta entonces, Amenhotep III se denominó a sí mismo como «Rey de Reyes», entregando oro a los diferentes reyes de Oriente en la cantidad suficiente como para «dejarles con las ganas», de modo que siempre esperaran algo más.
Proveniente de la región de Nubia (Sudán) —donde se cuenta que el oro abundaba como el polvo—, el oro de Egipto hizo a Amenhotep III mucho más rico que sus predecesores. A cambio de éste logró la paz de Egipto y recibía por ofrendas a decenas de princesas procedentes de otros reinos, que engrosaban sus harenes, donde aglutinaba a cientos de las más bellas mujeres que pueda imaginarse. El orgullo de Egipto era tal, que a diferencia de otros faraones, a Amenhotep III no se le conoce ningún caso de entrega ni casamiento de princesas egipcias en otros reinos.
En el año 1887 de nuestra era fueron halladas unas cartas impresas en piedra, que ponen de manifiesto parte de la correspondencia que Amenhotep III mantuvo con otros dirigentes de Oriente Próximo. A él se le atribuyen los primeros y diminutos escarabajos de piedra impresos con noticias de la época, en lo que pudiera considerarse como el primer periódico conocido de la historia (un concepto similar al medio propagandístico denominado NO-DO (noticiario documental), caracterizado por su brevedad y promocionado durante la dictadura franquista en España). Así es como el pueblo egipcio tuvo constancia de su casamiento con una plebeya, la reina Tiy, hija de un oficial de carros, mujer de aspecto robusto y marcado carácter que gobernó a la sombra de su esposo y cuya influencia en los destinos de Egipto vendría a suponer la primera revolución religiosa monoteísta, llevada a cabo por su descendiente Amenhotep IV, tachado en la historia como el iconoclasta, el «patito feo» de la reina Tiy, más conocido como Akenatón, considerado por muchos como el primer hippie y humanista conocido, un revolucionario religioso y un poeta de carácter marcadamente romántico que acabó finalmente radicalizándose de un modo atroz.
A pesar de la diplomacia de Amenhotep III y tras donar importantes cantidades de oro a los templos de Egipto, cuyos cientos de sacerdotes velaban al diós Amón Ra, él y su esposa Tiy comenzaron a rivalizar con los sacerdotes, que actualmente controlaban una tercera parte de la riqueza de Egipto y llegaron a gozar de tanto poder como el propio faraón. Amenhotep III y la reina Tiy —cuyo mechón de cabello fue hallado en la tumba de su nieto Tutankamón—, comenzaron a mostrar interés por el Diós Atón (el Sol visible) presente en los inicios del Antiguo Egipto, en un intento quizá de restar poder a los sacerdotes de Amón Ra, rey de los dioses egipcios.
Amenhotep III rehusó a las viejas costumbres. Construyó su propio templo funerario en la orilla occidental del Nilo —por entonces el mayor complejo religioso de Tebas (Luxor en la actualidad)—, que las continuas inundaciones arruinaron doscientos años más tarde. Actualmente los Colosos de Memnón —dos estatuas de 18 metros de altura— conforman los únicos restos en pie a la entrada del templo.
Amenhotep III murió en el año 1352 a. de C., tras reinar durante 39 años, a la edad aproximada de 51 años. Todos los reyes extranjeros escribieron a la reina Tiy expresando sus condolencias, llorando la muerte del «Rey de Reyes», un genio diplomático por excelencia.
El arte y las construcciones de Amenhotep III tan sólo fueron superadas por «Ramsés II el Grande», que reinó durante casi un siglo, cuando la esperanza de vida en el Antigo Egipto era de unos treinta años de edad.
Amenhotep III —también conocido como Amenofis III o Nebmaatra Amenhotep- comenzó su reinado a una edad máxima de 12 años, marcando el principio de la paz en la época dorada del Antiguo Egipto, siendo el hombre más rico y poderoso del mundo y el faraón más próspero de todos los tiempos.
Corría el año 1391 a. de C. cuando Amenhotep III, cuyo nombre significa «el Diós Amón es satisfecho», fue coronado faraón. Rehusando la violencia y gobernando a través de una diplomacia desconocida hasta entonces, Amenhotep III se denominó a sí mismo como «Rey de Reyes», entregando oro a los diferentes reyes de Oriente en la cantidad suficiente como para «dejarles con las ganas», de modo que siempre esperaran algo más.
Proveniente de la región de Nubia (Sudán) —donde se cuenta que el oro abundaba como el polvo—, el oro de Egipto hizo a Amenhotep III mucho más rico que sus predecesores. A cambio de éste logró la paz de Egipto y recibía por ofrendas a decenas de princesas procedentes de otros reinos, que engrosaban sus harenes, donde aglutinaba a cientos de las más bellas mujeres que pueda imaginarse. El orgullo de Egipto era tal, que a diferencia de otros faraones, a Amenhotep III no se le conoce ningún caso de entrega ni casamiento de princesas egipcias en otros reinos.
En el año 1887 de nuestra era fueron halladas unas cartas impresas en piedra, que ponen de manifiesto parte de la correspondencia que Amenhotep III mantuvo con otros dirigentes de Oriente Próximo. A él se le atribuyen los primeros y diminutos escarabajos de piedra impresos con noticias de la época, en lo que pudiera considerarse como el primer periódico conocido de la historia (un concepto similar al medio propagandístico denominado NO-DO (noticiario documental), caracterizado por su brevedad y promocionado durante la dictadura franquista en España). Así es como el pueblo egipcio tuvo constancia de su casamiento con una plebeya, la reina Tiy, hija de un oficial de carros, mujer de aspecto robusto y marcado carácter que gobernó a la sombra de su esposo y cuya influencia en los destinos de Egipto vendría a suponer la primera revolución religiosa monoteísta, llevada a cabo por su descendiente Amenhotep IV, tachado en la historia como el iconoclasta, el «patito feo» de la reina Tiy, más conocido como Akenatón, considerado por muchos como el primer hippie y humanista conocido, un revolucionario religioso y un poeta de carácter marcadamente romántico que acabó finalmente radicalizándose de un modo atroz.
A pesar de la diplomacia de Amenhotep III y tras donar importantes cantidades de oro a los templos de Egipto, cuyos cientos de sacerdotes velaban al diós Amón Ra, él y su esposa Tiy comenzaron a rivalizar con los sacerdotes, que actualmente controlaban una tercera parte de la riqueza de Egipto y llegaron a gozar de tanto poder como el propio faraón. Amenhotep III y la reina Tiy —cuyo mechón de cabello fue hallado en la tumba de su nieto Tutankamón—, comenzaron a mostrar interés por el Diós Atón (el Sol visible) presente en los inicios del Antiguo Egipto, en un intento quizá de restar poder a los sacerdotes de Amón Ra, rey de los dioses egipcios.
Amenhotep III rehusó a las viejas costumbres. Construyó su propio templo funerario en la orilla occidental del Nilo —por entonces el mayor complejo religioso de Tebas (Luxor en la actualidad)—, que las continuas inundaciones arruinaron doscientos años más tarde. Actualmente los Colosos de Memnón —dos estatuas de 18 metros de altura— conforman los únicos restos en pie a la entrada del templo.
Amenhotep III murió en el año 1352 a. de C., tras reinar durante 39 años, a la edad aproximada de 51 años. Todos los reyes extranjeros escribieron a la reina Tiy expresando sus condolencias, llorando la muerte del «Rey de Reyes», un genio diplomático por excelencia.
El arte y las construcciones de Amenhotep III tan sólo fueron superadas por «Ramsés II el Grande», que reinó durante casi un siglo, cuando la esperanza de vida en el Antigo Egipto era de unos treinta años de edad.
Amenhotep III (foto: Kenneth Garrett) |
Atentamente:
Rafael Moriel
Rafael Moriel
donde puedo encontrar "Máximas de Amenhotep III"
ResponderEliminarSlds Leonardo
En este momento lo ignoro.
EliminarUn abrazo: Rafa